Por: Ricardo Flores Cuevas
En 1959 Servando González Hernández dio
nacimiento a su opera prima: “Yanco”; la cual fue vetada debido a que se realizó
fuera del sindicato de cineastas. Sin embargo, eso no impidió que se proyectara
en el extranjero, lo cual lo condujo a recibir numerosos premios
internacionales.
El filme básicamente lo financió el
cineasta y sus intereses fueron meramente personales, nunca se interesó por el
pueblo que dio vida a su obra. González Hernández fue un hombre por demás
polémico, él filmó la masacre del 2 de octubre de 1968 y nunca se atrevió a
declarar para que los responsables de ese acto pagaran su culpa. “Yanco” se
realizó antes de ese año, pero es una muestra de su carácter individualista.
Lo que Servando quiso transmitir en “Yanco”
era una cosa: la ignorancia de un pueblo. Incluso él al referirse a los pueblos
en que filmó (Mixquic, Chalco, Tecómitl, Xochimilco, entre otros) lo hiso
despectivamente diciendo que “eran lo mismo”, igual de ignorantes y que incluso
él tenía que quitarse los piojos que se le pegaban.
La trama de Yanco es la de un niño que
aprende a tocar el violín gracias a que un anciano de su pueblo le enseñó, pero
ninguna persona de la comunidad lo supo. Al morir, el violín de este musico fue
puesto a la venta en una tienda.
El niño al verlo en dicho comercio lo
toma prestado por las noches para tocar las melodías que aprendió del viejo. El
niño violinista encuentra en la música un refugio que al igual que remar una
canoa o treparse a un árbol: lo distancian de la totalidad, de una realidad en
la que él no se encuentra a gusto, para sumergirse en un mundo intangible, en
un microcosmos en el que por medio de las ondas sonoras forma parte del viento
y no de la tierra o el agua como el resto de sus vecinos. Vive en la música y
en la armonía de la naturaleza.
En una noche de tantas, durante una
ceremonia religiosa, toda la comunidad escucha el sonido del violín y se
espanta porque dan por hecho que es el alma en pena del anciano. Las mujeres
gritan y los hombres corren a sus casas por trinchetes, palos, antorchas… y
corren hacia donde viene el sonido.
Mientras tanto el niño toca el violín y
no se da cuenta que el pedazo de chinampa en el que se encontraba se desprende
y es llevado por la corriente de agua hacia un sumidero; sin tener tiempo para reaccionar
es tragado por el agua. Es justo en este momento cuando la gente del pueblo
llega y sólo ven al violín flotando apunto de adentrarse en el sumidero.
Según González Hernández esa es la
prueba de la ignorancia, cuando la multitud se amotina sin razonamiento alguno
y se deja llevar por sus supersticiones, por falsas ideologías, tabúes, e
ignorancia. Obviamente, “Yanco” es mucho más que eso.
El filme nos muestra la cosmovisión de
una comunidad, donde una creación musical respetada y admirada en la cultura
occidental no lo es para una cultura de origen mesoamericano.
Según este filme, el pueblo no logra
comprender que pueden coexistir dos mundos, ven con extrañeza lo ajeno y la
explicación que buscan necesariamente tiene que hacerse en grupo.
Pese al sentido que originalmente le
imprimió González Hernández al filme, es gracias a éste que se tienen imágines
del Mixquic que ahora no es; y sin duda alguna representa un símbolo en la
memoria comunitaria. Es por esto que se puede afirmar que la obra superó
a su creador.
2 comentarios:
de una u otra manera, todos somos un Yanco. la ignorancia nos hace huir
hacia lugares donde existen sonidos puros o carentes de ignorancia, misma que esta en nuestra fasmilia o el medio que nos rodea.las chinampas son tradicion y una necesidad, pero tambien son limites culturales. Solo la libertad creativa nos libera de lo que se apega al pasado. aunque este sea aparentemente positivo. La ley vital nos dice que que todo cambia...
Yanko, una película que ha durado en mi recuerdo por años. Siendo niño, en diciembre de 1962, recién inaugurado el INPI, la Sra. Eva Sámano de López Mateos tuvo a bien invitar a varios niños provenientes del ámbito rural para asistir a la PREMIER de ésta película. Tal vez, en ese momento no alcancé a dimensionar totalmente su valor, pero conforme han pasado los años se volvió un referente para el cine mexicano. Felicito a Ricardo Flores por su acertado comentario.
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