Por: Manuel Garcés Jiménez
Presidente del Consejo de
Texto leído el 4 de mayo de 2008 en el templo de San Andrés Apóstol.
Evento organizado por el Archivo Histórico de Mixquic, con el apoyo del presbítero Roberto Blasi Villatoro.
Hace un poco más de 50 años, en el sexenio del presidente don Adolfo López Mateos aparece en San Andrés Míxquic, delegación Tláhuac, el controvertido director de cine Servando González, quien al admirar los singulares paisajes naturales del pueblo queda atónito al observar toda una extensa zona lacustre en la cual se desplazaban en las profundidades de los canales y “ojos de agua” [1] una variedad de animales: ranas, sapos, ajolotes y carpas.
Eran veneros naturales que alimentaba a los apacibles canales por donde se deslizaban los acallis, o canoas elaboradas con madera de distintos tamaños repletas de verdura que se producía en esa zona virgen: sobresaliendo las coles, romeritos, cilantro, lechuga, betabeles, nabos, rábanos, acelgas, espinacas, tomate, chile, maíz, haba, calabacitas, chilacayotes, chayotes, verdolagas y toda una variedad de flores de ornato que se distribuía a los distintos mercados de la ciudad de México. Además se acarreaba la pastura, es decir la comida para los animales de carga y de corral, pues se admiraban en los corrales (tras patio) vacas, becerros, borregos y caballos, mientras que las gallinas y los guajolotes se desplazaban por las calles y callejones, por otro lado los patos y gansos en las apacibles aguas.
Esto fue el factor determinante que llevó a Servando González a filmar la película “Yanco”, basada en el cuento “El violín de Yanco” del escritor Henryk Sienkiewicz.
Recordar al pueblo de San Andrés Míxquic con esa naturaleza limpia y transparente teniendo como fondo a los singulares volcanes,
Proyección del filme en el interior del templo de San Andrés Apóstol.
Foto: Ricardo Flores
Tierra custodiada por una infinidad hileras de árboles de ahuejotes, largos y delgados que como centinelas se localizaban a la orilla de los terrenos para evitar la erosión acompañado de muchas flores silvestres, sobresaliendo los alcatraz dándole un toque especial. Panorama que se pude corroborar en la película “Yanco”
Ahora es otro panorama, ya que prevalece el desconsuelo y desolación, pues Míxquic es tan solo un pueblo de añoranza cuando se narra ese pasado por quienes lo vivieron y lo disfrutaron como fueron nuestros ancestros es tan solo de lamentaciones. Población campesina que se alimentaba de los prodigios que la misma naturaleza les brindaba. Ahora solo recuerdo de muchas cosas como fue la comida tradicional; el “mixmole” (mole con peces), platillo fuerte para las grandes comilonas, pues se preparaba con productos del mismo lugar: ancas de rana, peces, acelgas, tomate, chiles, aderezado con algunas ramitas de epazote, acompañada de una diluida bolita de masa de maíz criollo.”[2]
Posiblemente para las actuales generaciones de niños, adolescentes y jóvenes les parecería como un cuento sacado de la imaginación, pero gracias a la tecnología del cine la cinta “Yanco” (ahora ya se puede adquirir en disco versátil digital; -DVD-) se disfruta y automáticamente nos retrocede a esa época que hemos descrito, el Mixquic de los recuerdos, que bien lo podíamos comparar como un edén que nos brindó la madre naturaleza, pero, como todos sabemos, el hombre mismo fue y sigue siendo el culpable de su devastación [3].
Donde existieron los manantiales, ahora encontramos un páramo en el que prevalece la tierra suelta conjuntamente con basura inorgánica en lugar de flores; postes con infinidad de cables colgantes, en lugar de ahuejotes, y mucho ruido estrepitoso que se desprende de los aparatos electrónicos acompañado del sonido del claxon de carros en lugar de los trinos que emitían las aves por toda esta extensa zona.
El antaño panorama casi ha desaparecido, hoy contemplamos los caseríos por doquier de tabicón, concreto y láminas de cartón, calles mal asfaltadas, que de hecho han ganado espacio desplazando a los pastizales. Eso es el Míxquic de nuestros días, pueblo que muchos tienen la creencia que ahora sí se encuentra en la “modernidad” al contemplar en calles y avenidas muchos automotores, en lugar de canoas.
Al respecto, recuerdo cuando de niño, muy niño, mis padres me llevaban con sus compadres; los señores; don Bonifacio Pérez y su esposa Virginia, quienes vivían allá por donde existía un puente rumbo a Tetelco ( a un costado de la Casa de Cultura), desde ahí se observaba muy de cerca muchas plantas acuáticas que se mecían rítmicamente en el agua. Se escuchaba entre sus entrañas el estridúlento de los grillos, el zumbido de las abejas, el zurea de las tórtolas, el croar de las ranas, el gorjear de los pájaros, el graznido de los gansos y el parpadeo de los patos.
Foto: Ricardo Flores
Hoy, gracias a Servando González con su premiada película Yanco, las actuales y futuras generaciones tienden a valorar lo poco que aún queda de la chinampería, y en menor porción las que aún les permanece negándose a morir a pesar de tener aguas tratadas.
Con Yanco podemos comparar con otras tantas películas como nuestros indígenas fueron tristemente tratados, sujetos folclóricos, hieráticos y pintorescos, daba coraje como presentaban a nuestros nativos, como si éstos estuvieran ajenos al verdadero drama de su entorno social y natural, cosa contraria en ésta película de Servando González. Por fortuna nuestra, es en Yanco, con las actuaciones de artistas de aquella época: María Bustamante,
Con Yanco nos trae a la memoria otras escenas fílmicas por éstos rumbos como fue Xochimilco en la película María Candelaria realizada 1943, con la personalidad de una pareja campesina enamorada con escenas que nos da por disfrutar aquellos encantos naturales.
Existen otras tantas películas que van al fondo de nuestra identidad social, vasta con recordar a Tizóc (1956), de Isamel Rodríguez; Macario (1960), de Roberto Gavaldón, Chilan Balam (1955). Esta última sitúa al indígena antes de la conquista, películas recomendables para todo el público.
Con este panorama situamos a Yanco (1960), donde el melodrama es el de un niño indígena que se desenvuelve en un ambiente paradisíaco (como anteriormente se ha descrito). El director complementa la película con algunas tomas cortas de otros lugares aledaños a Míxquic como fue San Antonio Tecómitl, Milpa Alta, como en dos polvorientas calles de aquellos años en las prolongaciones de Cuauhtémoc y Juárez se ve como se desplaza una estridente carreta [4]. Además se observa (al inicio de la cinta) la fachada de la torre del campanario de la iglesia del pueblo con las campanas en pleno vuelo y al pie de la torre se ve brotar el agua de un pequeño lago artificialmente realizado donde aparece poco a poco el nombre “Yanco”, con esto inicia la película.
También aparece el antiguo tianguis de Chalco, estado de México que aún disfrutamos los días viernes, entre otros lugares del sureste de este Valle de México. A todo esto nos da gusto saber que “Yanco” fue vista y aplaudida en muchos lugares del mundo acumulando un total de 27 premios a nivel internacional.
Servando González estuvo trabajando en esta película a lado del talentoso Alex Phillips con la fotografía, la música fue de Gustavo César Carrión y el guión fue basado –como se había dicho anteriormente- en el cuento de El violín de Yanco del polaco Henryk Sienkiewicz, quién obtuvo el premio Nóbel en literatura en el año de 1905.
Bibliografía:
- INI, 30 años después, revisión crítica, México, 1978.
- Historia documental del cine Mexicano, México 1985.
Notas:
[1] Los “ojos de agua” eran grandes y profundos círculos llenos de agua, en cuyo centro brotaba a borbotones el líquido proveniente del subsuelo. Estos “ojos de agua fueron los que mantenía a los canales. Por los años de los 70 la sobre explotación de agua mediante la perforación de pozos para mandarla a la ciudad los “ojos de agua” fueron secándose poco a apoco. Ahora el agua que corre por los canales es agua tratada.
[2] Receta proporcionada por
[3] En el caso de Mixquic, los culpables de la desaparición de sus manantiales fueron los gobiernos en turno, iniciado a fines del siglo XIX y que se prolonga hasta nuestros días.
[4] La carreta que aparece al inicio de la película fue conducida por el señor Juan Ramos, oriundo de Tecómitl, conocido entre sus paisanos como don "Cajetes".
2 comentarios:
Gracias profesor por compartir su articulo. Ciertamente se añora la paz y la sencillez de aquella epoca. Yo he vivido en Chalco durante mis 32 años de vida y tristemente e visto como este sitio comercial se a convertido literalmente en un nido de ratas, lo digo por el tipo de gente que nos rodea y por las condiciones en que se encuentran nuestras calles, llenas de basura. Cuando me recomendaron esta pelicula tuve la fortuna de verla a traves de Youtube, aunque en fracciones de 10 minutos verdad, pero cuando quise leer mas acerca de ella, no pude encontrar mas informacion que del director y sus otras peliculas, pero se alguna sinopsis o algo, escasamente pude encontrar una sintesis en ingles y este articulo, el cual me deja satisfecho por su amplio criterio. YANCO me conmovio tanto que ahora la quiero junto a mi coleccion de peliculas, y le agradeceria infinitamente si me da pistas de donde pueda conseguirla para no tener que descargarla en partes en youtube. Por cierto, so sabia de este blog, sinceramente sere un interesado seguidor de sus aportaciones, porque no es comun encontrar personas que gusten de valorar sus origenes y de compartir sus raices. nuevante Gracias y felicidades por ejercer esta noble actividad. hasta pronto.
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